Teatro en el Incendio presenta “Prohibido sentarse como señorita” y arranca de tajo las raíces del prejuicio

ESCENA NORTE | Crítica de arte escénico | Por Eunice Contreras

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Tijuana BC, 17 de noviembre de 2019.- “Es más fácil ser hombre, porque no tienes que llorar por nada. Si estás triste te enojas, si estás feliz también te enojas, no tienes que ser feliz, y no tienes que hacer felices a las mujeres, porque ellas ya son felices”, dijo uno de los intérpretes de “Prohibido sentarse como señorita” una obra de dirección y guión original de Gilberto Corrales quien además encabeza la joven compañía Teatro en el Incendio.

Esta representación en particular, fue interpretada por bailarines de danza contemporánea; algunos de calada experiencia como Carlos González, otros recién egresados de las escuelas de danza de la región y del noroeste del país.

Mucho se ha hecho sobre la homosexualidad en escena, sin embargo, “Prohibido sentarse como señorita”, nos muestra un espléndido y respetuoso trabajo escénico sobre el punto medio entre ser hombre y ser mujer y los detalles que eso implica en el existir sin polaridades.

De entrada 6 hombres corriendo por alcanzar una dura meta, enfrentarse a sí mismos en la compleja dualidad entre uno y otro género desarrollados en un contexto por demás machista, que exponen sin clichés y soberbiamente a través de un texto sobrio, sin diálogos entre uno y otro actor, probando que no es necesario comunicarse del todo para experimentar la confrontación con los demás, pero sí consigo mismos.

Por otro lado, está el gran trabajo de movimiento desarrollado por los intérpretes, el cual tiene el sello de la bailarina, coreógrafa y actriz Briseida López, quien también irrumpe en la escena en el llanto más sincero y velado que he tenido oportunidad de presenciar.

“¿Quién de esos cinco hombres creen que inventó la frase “a mí me gustan los hombres”?” cuestionó a la audiencia el líder de los reclutas, quienes previamente y a ritmo militar repetían sentencias como “amarás el sexo sobre todas las cosas”, “santificarás los mundiales”, “no tomarás un insulto en vano”, “desearás los culos y las tetas”, “no te rendirás, ni dirás qué sientes”, “codiciarás todos los bienes”, “no llorarás, no serás débil”, a manera heroica, como 10 mandamientos inobjetablemente cumplibles.

Los aros colgados de los cuales pendían sus cuerpos anticipaban un reto para la audiencia, sin contar con la proyección inicial, miembros y más miembros al desnudo sobre un ciclorama que nos mostraba varios tamaños, varios colores, algunos erectos, algunos no, pero dejando en claro lo que implica llevar uno entre las piernas, lo que marca que no hay que romper las reglas sociales, por el simple hecho de que te gusten los de tu propio sexo.

El hombre fue educado pues para tener una mujer, para llegar al altar de su brazo, pero en esa pesadilla que no están dispuestos a vivir llegó también el horror hacía la novia; a la que no hay más que desaparecer a costa de lo que sea.

Un padre frío ante la necesidad del frágil hijo con cuerpo de hombre que no gusta de la mujer y que a la vez desea experimentar su sensualidad de forma sublime.

“Prohibido sentarse como señorita” deja en claro el gran compromiso de su creador y director, pero también de sus intérpretes, Francisco Herrejón, Racso Cabrera, Carlos González, Leo Aldair, Efraín Márquez y Ángel Rochín; quienes detonaron las palmas de una sala casi llena, lo que hace mucho que una compañía local no lograba en una espacio como la Sala de Espectáculos del Centro Cultural Tijuana, la tarde este domingo 17 de noviembre.

Si usted ve anunciada de nuevo esta gran pieza de teatro en movimiento, no lo piense, compre la entrada y confróntese. No me queda más que agradecer a Teatro en el Incendio por arrancarnos las raíces del prejuicio.

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