Tijuana BC 13 de diciembre de 2019.- La colaboración artística siempre implica un riesgo para las partes que la realizan, pues con ella están implícitos muchos compartires, como el crédito, la interpretación creativa, la repartición de deberes previos y durante el suceso escénico, actividades técnicas, de promoción, un espacio dispuesto a abrir la puerta para que dicho acto suceda, además de ensayos, y un público que tiene la gran responsabilidad de avalar la programación presentada.
Así, el bailarín Racso Cabrera, la compañía Péndulo Cero y MixArt, espacio que estaba bajo la coordinación de la bailarina, coreógrafa, maestra y actriz Briseida López, conjuntaron voluntades y reunieron una selección de obras a las que he decidido llamar “boutique” considerando la pulcritud de las mismas, desde su dramaturgia, pasando por su ejecución; hasta su interpretación; sin contar herramientas como la iluminación y musicalización de duración breve.
Lo anterior sumado a las condiciones del espacio, que en el caso de MixArt es íntimo, sin las típicas piernas de un teatro; una caja negra muy bondadosa y que con esta programación titulada “Usted se rehabilita y yo lo observo”, llega a su final y lamentablemente cierra sus puertas.
Así se hizo la fría noche de la danza corta e íntima. La cual inició con la participación del Joggin Clown, una pareja de teatro callejero que sumó la riza antes de la inesperada danza. En diagonal una breve casita de campaña en azul, como abandonada en medio de la nada, habitada, quieta, enigmática, como un ermitaño en la cima de una sórdida colina. Cobró vida la pequeña tienda, dando luz posteriormente a los que llegan sin ser invitados, pero que traen consigo la imaginación abierta de lo que podría ser una mejor forma de vida. Cubierta por la máscara del miedo a lo desconocido nació la danza. Estaba ahí, buscando, cuidándose de los nuevos ruidos a su alrededor, hasta que el tiempo la vistió de azul para regodearse de los brazos de la “Tiguana Rythm”, siempre dispuesta a proteger e impulsar a todo aquel que venga de lejos. Una muy sincera creación e interpretación de la bailarina y creadora emergente Mónica Mancilla, resultado del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico en su edición 2018-201 y que hoy forma parte del repertorio de “Proyecto Ataranto” que codirige Mancilla en conjunto con Ana Luisa Navarro.
Acto seguido se apreció el solo “La infancia del viento”, del bailarín, coreógrafo e intérprete Racso Cabrera, a quien se debió la iniciativa para la conjunción de este programa de danza con el que el centro cultural independiente MixArt llega a su final y cierra sus puertas.
Cabe destacar que Racso Cabrera es un bailarín atípico, de fisonomía autóctona, larga cabellera negra y piel bronce, que su cuerpo no denota una técnica delineada pero a cambio de ello, nos ofrece cierta frescura, y al mismo tiempo una solemnidad, como si jugar al acertijo fuera un acto crónico, arriba y abajo del escenario. Aquí más que hablar de la pieza, bien vale resaltar la fuerza con la que Racso irrumpe un sombrío espacio con breves destellos de luz y nos atrapa con sus escurridas flores imprecisas de movimientos ondulados, sus pompas de jabón revoloteando inútiles, sin sentido. En “La infancia del viento”, Racso es el único motivo.
Por otro lado, es difícil abordar prácticas poco comunes sobre escena, como la soledad construida a partir de la ausencia del otro, donde toda la cuestión es habitar el vacío, con el ruido propio de un cuerpo aislado, sin otros ruidos, sin interacciones absolutas, de estar y ser el espacio al mismo tiempo, con la movilidad que eso implica. Así es el “Cuadrúpedo Lunar” del joven coreógrafo y bailarín tijuanense Sergio Vázquez, interpretado por el bailarín y creador José Corral, quien estuvo una semana en esta frontera para impartir el taller “Cuerpo, geometría y flujo” que la compañía de danza Péndulo Cero coordinó en colaboración el CEART Tijuana.
“Atentamente un Terrestre”, deja muchas cosas al descubierto sobre la creación dancística. En primera instancia, el hecho de que un artista habla de lo que se nutre, y así partiendo desde esa sencilla premisa, saber que la danza es movimiento, ejecución y trazo, pero también se combina con la música, que suena para que el intérprete se mueva y use su propia voz. Y es justo aquí donde quiero abrir una interrogante, ¿a usted le han le han platicado a Cortázar? ¿le han leído una carta que no le pertenece? ¿A usted le han ordenado rehabilitarse mientras es observado? Y es que nunca nadie quiere ser el primero en sanar, porque siempre es mejor ver que alguien lo ha logrado para animarse a hacerlo.
Ah, porque el miedo está por todos lados, en nuestro interior y en el interior de los otros que nos acompañan y que mejor que ellos sean el conejillo de indias y nosotros el gurú que nunca seremos; finalmente siempre habrá una carta escrita que alivie y tumbe nuestras corazas, aunque no tengamos quién nos la lea.
Anel RCh, es precisamente ese movimiento audaz sin pretensiones y esa voz cálida que nos lee una carta de Eduardo Galeano, justo al final de habernos convencido de rehabilitarnos mientras ella nos observa. Y es que la danza de Anel tiene música en vivo, letra escrita y hablada, un cuerpo que construye cadenciosamente cada una de las palabras de la terapia a través de las letras del gran Cortázar, que para quienes no lo han leído y estuvieron en esta noche de danza, se den su mejor regalo de fin de año, un “Me caigo y me levanto” que lo ponga a practicar la rehabilitación mientras le observan; para que al final le lean la carta dirigida al Señor Futuro de Galeano y no solo le dejen pensando y reflexionando, sino que lo dejen listo para hacer algo que lo comprometa con su existencia.
La colaboración artística implica apertura creativa…y madurez para compartir sin ego.