***A propósito de danza, un poco de historia en la frontera
Tijuana BC, 29 de abril de 2020.- La danza como tal, en el norte del país, específicamente en Tijuana, remarca una frontera evolutiva en todos sus sectores, tomando su forma a a raíz de las primeras academias de danza en la región.
Tal es el caso de la escuela Gloria Campobello fundada por una de las académicas de la danza más renombradas de esta frontera, Margarita Robles Regalado y por otro lado, Josefina Martínez de Hoyos, una maestra de la que hay pocos referentes pero, que de igual forma establece un precedente en el movimiento dancístico de Tijuana.
Por otro lado, la danza contemporánea habría de situarse con la llegada de tres bailarines en diferentes tiempos: Antonio Galindo, Alberto Medina y Ricardo Peralta. Curiosamente estos impulsores de la danza han partido. Muchos se acuerdan de ellos pero no todos pueden dar un testimonio amplio sobre lo qué estas tres figuras significaron en el desarrollo de la danza tijuanense.
De Antonio Galindo se recuerda poco. Si Alberto Medina estuviera vivo, sería la referencia por antonomasia de Galindo. De Medina y Peralta hay una huella imborrable en varios de sus discípulos.
A finales de la década de los años 70, Antonio Galindo estableció un taller de danza moderna en la Casa de la Cultura de Tijuana, en el que convergieron personalidades de la danza, como el mismo Alberto Medina, su pupilo más allegado y quien a la muerte de Galindo hereda el taller causando un boom entre los jóvenes de entonces que, más que danza, buscaban explorar desde adentro para definir un lenguaje a través de su cuerpo.
Artistas como Lula Lewis, Susana López,Danny Collazo, Víctor Hugo Rosas, Adrián Vázquez, Gisella Madrigal, Arinda Caballero, Asiria Valenzuela, Elizabeth Licea, Saúl Sánchez, Wenceslao Olguín, Charlynne Curiel, Aracely de la Cruz, Maricruz Gómez, Héctor Domínguez, Dora Arreola, Gregorio Coral, Patricia Pacheco, entre otros; conformaron las filas del entonces taller de danza contemporánea.
Mientras en Tijuana se tejía una sólida red de entusiastas jóvenes descubriendo su cuerpo y lo que podían hacer con él, en la capital del estado, Mexicali, a principios de los años 80 aparece Carmen Bojórquez, quien vino a fortalecer a un núcleo de bailarines ya existentes en la entonces breve historia dancísitica de Baja California.
Carmen Bojórquez, se sitúa por muchos años como una protagonista del movimiento a nivel estatal, esto considerando sus valiosas aportaciones que a la fecha siguen vigentes, tal es el caso del Taller de Danza Contemporánea de la UABC campus Mexicali, para posteriormente crear la compañía de danza Paralelo 32, una de las más representativas del estado.
Creó también el Festival Binacional de Danza mismo que hoy se conoce como el Encuentro Internacional de Danza Entre Fronteras, el cual ha logrado 28 ediciones ininterrumpidas de danza en la región.
Gracias a la creación del festival en cuestión, Tijuana empezó a tomar un eje dancístico mayormente definido, con la llegada de otros actores de la danza y la instalación del Centro Cultural Tijuana en 1984, que para entonces servía como subsede del Festival Binacional de Danza para las compañías nacionales e internacionales que el mismo integraba en su programación en sus tempranas ediciones.
Cabe mencionar la importancia que ha venido tomando desde entonces la federación a través del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), en relación al desarrollo de la danza en las diferentes entidades del país, sobre todo en la región noroeste conformada por los estados de Baja California, Sonora y Sinaloa; entidades que han logrado consolidar una de las subredes de danza más sólidas del país y con participación continua.
Para 1983, aparece en el panorama escénico Dora Arreola, una de las exponentes de la danza-teatro que ha dado Tijuana en consideración a la internacionalización de su propuesta y lenguaje escénico, quien siempre se ha mostrado interesada en explorar la danza desde otro sentido, más allá de la técnica, así como las raíces de la danza prehispánica fusionada con el movimiento contemporáneo.
1984, fue un año clave en el que el movimiento dancístico tijuanense florece con el nacimiento de una nueva generación, la gran mayoría hasta la fecha en activo.
Gregorio Coral, Minerva Tapia, Maricruz Félix, Adriana Coral, Lula Lewis, Ángel Arámbula, Patricia Pacheco, la misma Dora Arreola, Susana López; entre otros más; conforman la historia del rumbo dancístico de esta frontera a partir del año en cuestión; tiempo en el cual la danza contemporánea toma un camino mayormente ordenado a raíz del nacimiento de la Muestra Internacional de Danza Cuerpos en Tránsito; y de la llegada del bailarín y coreógrafo Jorge Domínguez; a quien se debe la creación de dicha plataforma.
La burbuja de la danza ya no era una simple pompa de jabón, sino toda una estela de consistente espuma en la que mucho tenían que ver el sector académico de la misma conformado por Margarita Robles, Irma Araico, Raúl Martínez Tadeo, Naxhiely Marroquín, Rafael Oseguera, Nicte-Ha Escobosa, Sylvia Guerrero López, Olivia Guerra y Tatiana Shevchenko.
A mediados de los años 90, existían ya algunas agrupaciones locales en el camino, tales como Ricardo Peralta Danza Performa, Ballet Cámara de la Frontera de Naxhiely Marroquín y Rafael Oseguera, Proyecto Subterráneo de Arte de Gregorio Coral, Mujeres en Ritual de Dora Arreola, la Compañía de Danza de Baja California y Grupo de Danza Minerva Tapia.
Ya entrados en el nuevo milenio y como resultado del gran polo para el desarrollo artístico que implica geográficamente Tijuana, nacen nuevas agrupaciones, tal es el caso de Lux Boreal y Péndulo Cero, sumados a la transformación de la agrupación del maestro Greogorio Coral quedando como hasta hoy se le conoce, Subterráneo Danza Contemporánea.
Con los anteriores surgen también, nuevos espacios de enseñanza dancística que para finales de la primera década del presente milenio impulsan a una nueva generación de grupos, bailarines y creadores emergentes quienes refrescaron el movimiento de la danza local, tal es el caso de Catalejo de Martha Bonilla, Beta Lab de Guadalupe Yzabal, La Silla de Maribel Durazo y Tijuana 380° de Óscar López, quienes en un principio buscaron repetir fórmula es sus esctructuras como agrupaciones, pero que con el tiempo disciparon su acción, permaneciendo en activo hasta la fecha Catalejo.
Del mismo modo aparece un nuevo foro para la expresión dancística en el año 2010, el Ciclo de Danza del Instituto de Cultura de Baja California en el que se incluyen además otras variantes de la danza como el jazz, el folclor y el teatro musical, cuyo auge de 2010-2013 logró incrementar y diversificar audiencias para la danza.
La moda del establecimiento de compañías de gran formato empezó a desvanecerse para entonces, transformándose en la usanza de las colaboraciones partiendo de interesantes proyectos individuales como el de los bailarines tijuanenses radicados en Ciudad de México Daniela Vázquez y Sergio Vázquez cuyas creaciones e intervenciones han encontrado proyeccción a través de sus participaciones con reconocidas agrupaciones y creadores en el plano de lo nacional e internacional.
En tanto que en Tijuana crecen posibilidades muy interesantes para dar continuidad al camino de la danza, como Mónica Mancillas y su Proyecto Ataranto, Dance Zone Company de Daniel Rodríguez, sumados a otras vertientes en movimiento que enriquecen la danza de la frontera en la actualidad.
Estos apuntes históricos nos marcan, sin duda, una efervescente evolución dancística en nuestra frontera, donde lo mismo se impone el profesionalismo de compañías de trayectoria consolidada y vigentes, que los inquietos creadores emergentes que se renuevan día con día a través de sus propuestas escénicas, refrendando su conocimiento a través de la enseñanza y traspolando las fronteras a través de este arte escénico, dejando en claro que la danza en Tijuana evoluciona, hace historia y se pregona, a través de un nutrido y activo gremio.